DESVELO. Moria galería, junio 2023. Curada por Carla Barbero
La obra de Celina ofrece una de las experiencias humanas contemporáneas menos frecuente: la despreocupación. Con desmesura,
cada nueva instalación nos protege de la realidad, de la burocracia de las relaciones y de cierta racionalidad artísca. Para esto, ella
ene un método que denomina nada puede salir mal y lo aplica con la confianza de una forajida. A saber, el método consiste en poner
al cuerpo en acción, no hay imágenes prefiguradas, sólo percepciones que se formalizan cuando sus fuerzas actúan directamente
sobre la superficie. Su prácca empieza con el dibujo, pero recién luego de doce años de trabajo connuo asume ahora un
protagonismo central, incluso cuando en esta exposición apenas encarna un efecto fantasmal. Así, el dibujo en carbonilla toma las
paredes a una escala no humana, en una enredadera imaginal de seres y situaciones que afloran por todo el espacio. Podemos
observar entonces, trazos débiles y gruesos, largas líneas que podrían haberse perdido en el camino, pero a través suyo encuentran
un flujo constante de figuración. Ahora bien, una figuración que asombra por cierta ambigüedad. Desplazada de pretensiones
eslíscas, de los asuntos de la actualidad, entre inocente y perversa, en palabras de la arsta, ejercita el derecho a la maldad.
Si las imágenes sueñan, las de Celina son una turba desvelada, algunas como sombras son tesgos de cuerpos exuberantes haciendo
de las suyas. Vemos un conjunto de seres con luz propia que parecen conversar, al frente unas piernas que perforan el techo, en una
esquina un limonero de ramas secas pero rebosante de frutos custodiado por un hornero de diseño. A diferencia de sus trabajos
anteriores, donde las telas dominaban la escena, aquí la pintura es también escultura y, viceversa. Así, su trabajo pone de manifiesto
la experimentación de su cuerpo con el espacio, en contacto con los materiales y en el despelote del hacer. Ahora ha conquistado
otros elementos, los que en el úlmo empo vienen asomándose, desde aquellas cesterías deformes en su exposición El diablo está
en una flor (2028), o las hechas con masa-pan en La conquista del reino de los miedos (2019) y, en las más recientes, Villa Celina
(2021) y La vida terrenal reconquista al soñador (2022). Y también ene nuevos desafíos, un aspecto con el que parece lidiar es el
tono muscular de las piezas, entre la obra mazacote y la flácida textura. Además de yeso —un material tradicionalmente asociado a
procesos intermedios de la escultura y con connotaciones sobre cuidado del cuerpo herido— cada obra ene en su corazón diversos
objetos seleccionados por su contribución a la firmeza.
Quizás ustedes, como yo, se sorprendan frente a una referencia que ella mencionó en varias oportunidades. Se trata de la obra The
Store (1961) de Claes Oldenburg. El arsta, que en esta obra ya se preguntaba por el consumo y la autopromoción, creó una
instalación abarrotada con el espíritu del arsta perito mercanl: un local propio donde mostrar todo lo que hacía. Sin embargo, veo
la foto del joven Claes entre candades de pequeñas y medianas esculturas, un sin fin de cosas que podemos disnguir, como la
porción de torta que ene en las manos, y otras tantas que no, lo que se dice, un cachivache. Esa desnudez de mostrarlo todo en
Celina adquiere total relevancia. La imagen desnuda es paradójicamente este ambiente cargado de piezas y estímulos, aunque su
movación es diferente. No se trata solo de mostrar todo lo que hace, sino de la inestabilidad que conlleva, como cuando dice que no
sabe hacer escultura y que lo que hace es intentar que cada cosa se sostenga. La inestabilidad como virtud, como en la acción física
del dibujo, que ene más que ver con una lisergia en movimiento que con una idea planeada. También ocurre en la sala nocturna,
estas pinturas oscilan entre contrastes de luz y oscuridad. Ulizando cloro directo sobre la tela, la pintura sucede por sustracción, es
decir, cuando más se desintegra la tela, pierde su color y brilla más. Ya no se trata de una pintura por añadidura de capas, el color es
licuado. Algo de estos ensayos se pudieron ver en México y en Mar del Plata este verano en Personas que creo haber visto y Algunos cuerpos no tienen sombra, respecvamente. En estas pinturas o dibujos alquimizados, la desnudez es total.
Podemos decir, entonces, que en este nuevo episodio Celina resuelve muchas inquietudes por medio de respuestas oblicuas y es su
visión amplificadora y total lo que vuelve extravagante el rastro de lo común. Desvelo aloja a seres que viven en la armonía de la
incerdumbre, no enen deudas, y si hay una lógica entre las piezas, no es verbal. Como sucede con la memoria, nos esforzamos para
que una cosa tenga sendo con la otra, pero lo cierto es que los recuerdos son fragmentarios. La obra de Celina parece huir de
principios narravos, las imágenes van apareciendo y se reúnen por misteriosas acciones entregadas a la dinámica de percibir y
hacer. A nosotrxs, sus huéspedes, los universos de Celina no nos exigen concentración sino conexión. Se sabe que lejos de la
solemnidad, como leí por ahí, las emociones y las experiencias humanas no están exentas de ridiculez.
Carla Barbero